lunes, 26 de agosto de 2019

Originalmente Pirata... (Favor De Rebovinar)

El cine es un instrumento muy eficaz para transmitir ideas artísticas y es una de las finalidades más importantes del mismo, no en vano se le conoce como el séptimo arte, y aunque hoy en día esta idea se ha desvirtuado un poco en pos de una forma de ganar mucho dinero, sobre todo en el starsystem Hollywoodense, el caso es que aún existen cineastas que usan el cine como herramienta artística. En Originalmente Pirata (traducción que desvirtúa por completo el título original del filme Be Kina Rewind, algo así como “favor de rebobinar” haciendo alusión a las películas en formato VHS) dos amigos se las ven negras cuando uno de ellos accidentalmente borra todas las cintas del videoclub del barrio, perteneciente al padre adoptivo del otro. Con la premura de nos ser descubiertos por la mejor amiga del dueño se les ocurre la “original” idea de rehacer, a su modo y presupuesto, con cámara de video en mano la cinta en cuestión, en este caso Los Cazafantasmas (Ivan Reitman,1984), lo que estos dos amigos no esperan es que su idea se convertirá en todo un acontecimiento en su comunidad. Con esta premisa sencilla la cinta aborda un tema que a últimas fechas parece ser lo que está generando grandes ventas a nivel mundial: la nostalgia, y es que es precisamente sobre eso que Originalmente Pirata trata y no sobre, lo que podría parecer, una cinta sobre películas. Y ese es precisamente el gran problema de esta cinta, el hecho de que en su campaña publicitaria se nos haya vendido como una comedia disparatada protagonizada por Jack Black, cuando en realidad no lo es, si bien tiene momentos graciosos y Black hace lo mejor que sabe hacer (personajes locos e irreverentes) al fin de cuentas la comedia se diluye para dar paso al drama emotivo. Esto hace que la película pierda interés para las personas mas acostumbradas a películas como las Scary Movies o Esta No Otra Tonta Película… en las cuales las farsas, humor escatológico y demás sandeces convierten al cine en un espectáculo que solo busca el escapismo fácil, Originalmente Pirata no cae en ese juego pues busca con su propia dirección una idea que sea de importancia para el espectador, curiosamente lo logra y, por otro lado, no. Vayamos por partes, la cinta funciona, entre otras cosas, por su alto contenido estético y argumental que, sin ser completamente original y yendo mas allá de su anécdota inicial, es un buen comienzo para generar ideas conceptuales y artísticas por encima de las comedias insulsas antes mencionadas, dándole un aire de cine de autor que pretende todo, menos hacer reír. Otro elemento que funciona a la perfección en esta cinta es su elenco, mientras que otras cintas utilizan de manera indiscriminada la personalidad desquiciada de Jack Black aquí es tan solo un personaje que sirve para identificar al espectador con el tipo común y corriente que de repente es el héroe del barrio, mientras que Mos Def es la imagen del hombre inseguro que lo único que desea es no fallarle a sus conocidos. Ambos son el opuesto de la moneda, por eso los conflictos que surgen entre ellos son de índole intimista, como un par de hermanos peleoneros que no hacen más que molestarse uno al otro, ahí también el espectador se puede identificar con la historia, creando un vínculo con el conflicto de los personajes. Por otro lado, la cinta también tiene defectos, siendo el mas evidente de carácter argumental, pues mientras la cinta avanza el espectador mas interesado en la anécdota que en los personajes puede perder el interés en la historia y aburrirse con la misma, dando por consiguiente que la historia simplemente no avanza. Y ese es otro gran problema de Originalmente Pirata, al no ser una comedia en todo el sentido de la palabra y tener mas pretensiones artísticas que de entretenimiento, el ritmo de la misma tiende a ser mas lento y a enfocarse en, como dijimos antes, los personajes y su diseño que en lo absurdo de su argumento, mismo que en manos de un director menos comprometido seguramente hubiera terminado con una cinta de humor fácil y predecible en vez de tomar los derroteros artísticos que toma. Y, curiosamente, ahí es donde el director de la cinta Michael Gondry pierde la brújula de una cinta que podría haber sido menos pretenciosa en mandar su mensaje, que por desgracia se toma demasiado en serio, hubiera sido mejor darle mejor tratamiento al final, evitando que fuera tan abierto, dejando al espectador con ciertas dudas que por desgracia dejan un sabor de no haber visto todo el potencial de la historia. Tal vez si Godnry aceptara sus propias limitaciones hubiese hecho de Originalmente Pirata una película menos personal y más apropiada para su historia llevándola a terrenos mas divertidos sin dejar de ser una película de autor, el resultado es que le falta mucho para ser una cinta perfecta, aunque tampoco llega a ser una película, ni cercana, a lo malo.

miércoles, 1 de julio de 2009

10 Años de The Matrix

El cine de fin de siglo XX estuvo marcado por un ausentismo de estilos, desde luego con sus excepciones, que definieron esa época como insustancial desde el punto de vista artístico, al menos esa era la percepción global del arte cinematográfico en ese momento.

El cine de los 90’s, en general, estuvo mas bien delineado por las grandes producciones, con mejorados efectos especiales y estrellas vacías que pulularon las pantallas de la última década del siglo XX.

Pero, como mencionamos anteriormente, durante esta época también hubo excepciones, cintas y directores que marcaron en cierto sentido la dirección que tomaría el cine del nuevo siglo, una de estas cintas, básica para comprender el cine actual, cumple este año su primer década de creación, hablamos de la extraordinaria Matrix.

Realizada por la dupla de hermanos Larry y Andy Warchowski y estrenada sin mucha publicidad en 1999, The Matrix resultó ser todo un acontecimiento mediático que iba mas allá de la taquilla, pues lo increíble de esta cinta es lo que conllevaba hacia el interior (sus ideales) y no tanto su sofisticado look o su acción desmedida.

Mezcla de cine de ciencia ficción y cine negro, anime Japonés (sobre todo influenciado por Ghost In The Shell obra de Mamoru Oshii realizada en 1995), videojuegos, filosofía zen, Cristianismo y cyberpunk, The Matrix supuso toda una revelación para los que la vimos en las salas cinematográficas en su momento: Descubrir que el cine aún podía sorprendernos.

Y es que la marca indeleble que la película dejó, y que sigue marcando a las nuevas generaciones que la van redescubriendo, sigue ahí por un simple motivo, The Matrix era original y, al mismo tiempo, una amalgama de cosas que ya estaban ahí. Ante nuestros ojos desfilaban imágenes que sólo habíamos visto en nuestra imaginación, escuchábamos cosas que nos parecían tan familiares al tiempo que irreales, tan cercano y tan lejano que solo nos quedó rendirnos a ello, dejarnos llevar y vivir la experiencia.

Explicar a estas alturas que es Matrix sería un ejercicio fútil, pues quienes ya la vieron saben perfectamente de que se trata y los que no (no sé que esperan para hacerlo) se encontrarán con una sorpresa, algo tan desagradable y desgarrador que, créanme, nunca se lo imaginarán.

Thomas Anderson (Keanu Reeves) es un tipo común y corriente que de día trabaja en una oficina, tiene Seguro Social y paga sus impuestos, pero de noche, Thomas se transforma en Neo, un hacker informático que navega por extensa red con una sola pregunta en su mente: ¿Qué es la Matrix?, y no les diré mas, pues es mejor acercarse a esta cinta sin saber mucho.

Cinematográficamente, The Matrix es una maravilla, filmada con poco más de 60 millones de dólares (un presupuesto medio para los estándares de Hollywood) la cinta supuso toda una revolución conceptual que incluía el ahora famoso Bullet Time (tiempo de bala) un proceso que, según la Wikipedia, consiste en una extremada ralentización del tiempo para permitir ver movimientos o sucesos muy veloces con mucho detalle utilizando para ello cientos de cámaras que congelan la acción.

El Bullet Time ha sido tan copiado desde que la cinta se estrenó que muchos creen que este efecto especial fue inventado para realizar Matrix, la verdad es que el efecto ya había sido utilizado en otras cintas, videos musicales y anuncios de televisión, pero fue gracias a Matrix que perfeccionó y se popularizó.

Un aspecto importante de Matrix es su filosofía, mezcla de Budismo y, sobre todo, Cristianismo, la cinta muestra personajes arquetípicos (el héroe, el mentor, el interés romántico, el villano, el gurú, el amigo bonachón, el traidor, etc.) que se entremezclan en situaciones que ponen a prueba sus capacidades humanas, interactúan entre la verdad y la fantasía, creando así una realidad alterna que no es otra cosa que su propia experiencia cognoscitiva, suena enredosa, pero viendo la película uno no puede evitar preguntarse si esta vida es real o estamos viviendo algo irreal, algo generado o un simple sueño.

Y es ahí donde entran otras ideas de las cuales Matrix se nutre como las de Platón y Descartes, por ejemplo, que en sus obras hablan sobre la forma en la que el alma está conectada al cuerpo, convirtiendo al ser humano en un ente que vive con la inquietud siempre en su mente, ¿quien soy?, ¿a donde voy? y ¿estoy viviendo algo real o es solo un sueños? Incógnitas que resultan la base argumental de Matrix, el problema de distinguir lo que es realidad y lo que es fantasía.

Estos aspectos filosóficos le dan a The Matrix un carácter mucho mas profundo, lejos de los argumentos sin relleno que muchas películas de acción tienen, no obstante esto, para quienes solo buscan pasar un par de horas viendo una película entretenida también es una buena opción, Matrix tiene explosiones, balazos, peleas, todo lo que el adicto al cine de acción busca y está muy bien hecha.

A diez años de su realización, la cinta se ve tan actual y moderna, no ha perdido nada de su capacidad para hacernos vibrar, para emocionarnos y descubrir detalles que en vistas anteriores no habíamos notado, es una película atemporal y eso es un logro por si solo, su estética, su look y sus ideales están intactos y puede disfrutarse tan bien porque toca temas universales y que no pasan de moda.

The Matrix es, como ya dijimos, una maravilla (y hablo solo de la primera, porque las secuelas son un cuento aparte) verla de nuevo es de rigor para todo cinéfilo que se precie de serlo, es un espectáculo cinematográfico que, según dicen los expertos, solo se logra cada veinte años, veremos que pasa el 2019.

Por lo pronto les haré una pregunta: ¿pastilla azul o pastilla roja?, tu eliges.

Transformers: La Venganza de los Caídos

Una de las premisas del cine es la de entretener, muy por encima del concepto de arte o cultura, la cinematografía es, ante todo, un espectáculo en el cual el ser humano busca un momento de escape a la dura realidad de su existencia.

Así, con el paso de los años, el cine se volvió una industria valuada en miles de millones de dólares que, año con año, busca nuevas formas de llamar a las salas cinematográficas a gente que, ante la avalancha de medios tecnológicos que invitan a no salir de la comodidad del hogar para disfrutar del cine, prefieren quedarse en la seguridad de sus casas.

Pero no se trata sólo de explosiones, disparos, efectos especiales y de más adornos, también hacen falta guiones interesantes, historias dignas de contar para que las personas se sientan identificadas y vean en la pantalla películas ingeniosas y originales.

La idea de llevar a la pantalla grande el concepto de los Transformes, originalmente juguetes que luego tuvieron su propia serie animada, nació desde mediados de los 80’s cuando Steven Spielberg se interesó en ellos, pero por dificultades en la producción el proyecto simplemente no se pudo hacer.

Fue hasta el 2007 en el que con bombo y platino se estrenó a nivel mundial Transformers, producida por el propio Spielberg y dirigida por un experto en el género de acción Michael Bay (Armaggedon, 1998), la cinta, basada en los famosos juguetes y serie animada, resultó toda una bomba que reventó la taquilla con 550 millones de dólares recaudados durante ese año.

Con esas cifras la secuela no podía hacerse esperar, titulada como Transformers: La Venganza de los Caídos, inicia dos años justos después de la primera aventura de los Autobots en su lucha contra los Decepticons con la tierra como campo de batalla.

Con la misma alineación de actores que incluye a: Shia LaBeouf, Megan Fox, Josh Duhamel, Tyrese Gibson y John Turturro, La Venganza de los Caídos comienza cuando Sam Witwicky (LaBeouf) descubre, el día que se va a la universidad, un pedazo del Cubo de la Vida y recibe todos los conocimientos de este, volviéndose así blanco de los Decepticons.

En otras palabras: de que se trata es lo de menos, lo verdaderamente importante es ver a los Transformers en acción alrededor del globo con batallas espectaculares, explosiones, destrucción de edificios, envuelto en un espectáculo audio/visual de primera que deleitará especialmente a los amantes de la acción.

Al igual que la primera parte, Transformers 2 resulta entretenimiento de primer nivel, con grandes efectos especiales, un guión que, sin ser de lo mejor, cumple y actuaciones medianas, sin embargo, esta segunda parte sobresale de la primera, aparte de traer mas efectos y acción, porque es más divertida que la primera parte, al menos yo me reí mas con esta cinta que con muchas otras presuntas “comedias” del momento.

Si bien es cierto esta secuela es solo un seguimiento a las aventuras de los protagonistas que comenzó con la primera parte, la segúnda debía ser mas grande, mas espectacular y superar con mucho las expectativas de los que vimos la primera cinta.

Y cumple, porque al ir a ver Transformers 2 uno no esperaría algo profundo o con sustancia artística, al fin y al cabo si la primera parte no la tenía, ¿por que la secuela debía hacerlo? pero si tiene lo que uno va a ver, mas y mejores Transformers, mas disparo, mas peleas, mas espectacularidad y eso es lo que recibimos, emocionarnos con buen cine de acción, de eso se trata y para eso está hecha, para darles muchos dólares a sus productores y a nosotros hacernos pasar un momento grato.

Ya si nos ponemos más profundos podemos decir que la cinta trata sobre la amistad y los valores morales, sobre los sacrificios, la fe y la esperanza en la humanidad y sobre la idiotez de algunos humanos de creerse superiores, entre otras cosas.

Lo curioso de esta cinta (y de su predecesora) es algo que sólo las personas que vimos en su momento la serie animada (adultos mayores entre los 30 y los 40 años) comprendemos: Las dos películas capturan de muy buena manera el espíritu de los personajes originales, esos que pasaban en nuestras televisiones durante los sábados en la mañana y que invadieron las jugueterías del planeta.

¿Quién a esa edad no soñaba con poseer a Optimus Prime o a Megatrón?, esos personajes son parte de nuestras vidas, de nuestra cultura, crecimos conociéndolos y seguramente les pasaremos a nuestros hijos estos gustos, porque forman parte de nuestras vidas.

Durante esos años de inocencia siempre esperamos la película de los Transformers que no llegó entonces, cuando por fin en 2007 este sueño se hizo realidad asistimos al cine con cierto escepticismo ante el inminente mal manejo del mundo de los Transformers, la sorpresa fue grata al ver una cinta entretenida y que le hacía justicia a estos personajes (al fin lo único que queríamos y lo obtuvimos) a pesar de ser una cinta con muchos defectos estos eran superados por sus logros, sobre todo el hecho de darle espectacularidad y seriedad a la serie.

La segunda parte tampoco decepciona, es divertida y entretiene, así que no hay que pedir mas, al fin y al cabo eso es lo que uno a veces busca cuando va al cine, dejar por un rato la realidad y sumergirse por un par de horas en un mundo de fantasías y aventuras y Transformers: La Venganza de los Caídos cumple cabalmente.

jueves, 18 de junio de 2009

PARIS/TEXAS: 25 Años de la Visión de Wim Wenders

Un hombre emerge del desierto Tejano, muy cerca de la frontera con México, avanza maltrecho, desarrapado, con hambre y sed, logra llegar a un restaurante en medio del paisaje desolado, mastica un poco de hielo que encuentra y luego se desmaya.

Luego del viaje extraño, casi místico que emprende durante 4 años Travis (Harry Dean Stanton) se encuentra con la realidad, abatido, sin esperanzas y con una sola cosa en su mente: Paris/Texas, un pedazo de terreno agreste en medio de la nada, su sorpresa es mayúscula al descubrir que Hunter, su hijo de 8 años y al cual prácticamente había olvidado, ahora vuelve a su vida. Luego del reencuentro ambos deciden emprender el viaje en busca de la madre de Hunter.

Así inicia esta odisea personal, la búsqueda eterna de las respuestas, un viaje hacia el interior del alma desde el desolado centro del país más interracial del mundo, lo curioso de Paris/Texas no es el hecho de que, no obstante es una cinta de poca aceptación popular (me refiero, por supuesto, a su interpretación ante las masas y su difícil acceso) aún así es una película digerible, llena de cosas pequeñas que la hacen grande y que atraen al espectador de manera plausible.

La premisa parece mas bien sencilla (en realidad lo es) no hay complicaciones y ahí radica la magia de esta película, los personajes son sinceros, los actos son valientes, la historia se mueve y el círculo se cierra, viejas heridas se curan, otras se abren, es en esencia la visión de la insoportable levedad del ser con la que Wim Wenders, el director de origen Alemán, en apariencia descubre el hilo negro pero que, al final, es la misma historia de siempre, la del hombre que busca afuera las respuestas que tiene adentro, esa es la esencia de esta historia y ahí radica su grandeza.

Mucho se ha escrito sobre esta cinta, litros de tinta con los cuales se ha querido desenmarañar esta historia y dar una explicación a las imágenes y sonidos de la misma, pero al final, ¿que importa si el viaje interior o exterior de los personajes nos resulta inquietante? lo importante es haber realizado “el viaje”, esa es la premisa de las Road Movies, cintas cuya principal característica reside en que la historia es acerca de uno o varios viajes en carreteras de distintas latitudes y en las que, por regla general, los personajes terminan encontrándose a si mismos.

Por eso Paris/Texas es una Road Movie en toda regla ya que el viaje exterior no es otra cosa que la yuxtaposición del viaje interno con la búsqueda del ser, aquel que se emprende en la mente de los protagonistas, aquel viaje que a veces no tiene fin, es curioso como Wenders, artífice de este film, lleva su experiencia Europea a las fronteras del cine Hollywoodense, aquel rodeado de glamour y prestigio internacional, y del cual Wenders no necesita absolutamente nada, por eso prescinde de el a cambio de otras cosas, quid pro quo.

Gracias a esto Paris/Texas no es considerada una película Norteamericana, a pesar de haberse rodada por completo en este país y con actores norteamericanos, para Wenders rodar ahí era de vital importancia por varias razones: solo en un país tan heterodoxo como Estados Unidos se podía filmar la historia de un hombre cuyas respuestas son buscadas en donde no hay nada físico, el desierto, así esta se convierte ya no en una metáfora sino en algo plausible, algo de afuera, porque el personaje busca las respuestas del interior en el exterior.

Otra razón para filmar en Estados Unidos es la curiosa forma de pensar Norteamericana, en la cual el Sueño Americano forma parte prevaleciente de la cultura, tener cosas materiales a veces sustituye la falta de elementos de vida mas importantes como el amor, la amistad, los valores éticos y morales, ente otros, pero que en el sentido del capitalismo no sirven de nada, lo que motiva al personaje principal de Paris/Texas es su desinterés por lo que otras personas consideran valioso, el es dueño de un pedazo de terreno de nombre Paris en medio del desierto Tejano que en realidad no tiene ningún valor monetario.

Wenders nos invita a este viaje introspectivo, a seguir a este personaje, a identificarnos con el, pues también nosotros caminamos sin rumbo, encontramos lugares y estamos ahí un tiempo, pero luego cambiamos, buscamos, evolucionamos, es la fuerza del ser humano la que nos mueve, es algo sin sentido y a la vez tan evidente, es el todo y la nada, de eso se trata Paris /Texas, no de obtener respuestas, sino de formular más preguntas.

Estéticamente la película no es nada del otro mundo, es como si el director tal solo saliera a la calle a filmar sin guión preestablecido, buscó los lugares, filmaba y luego se movía, lo curioso es que la filmación fue completamente lo contrario, con un guión escrito, bien planeado, búsqueda de locaciones y una elección de actores realizada con mucho cuidado, cada uno de los cuadros de la cinta están hechos a conciencia, con amor y si bien es cierto hay escenas improvisadas, la gran mayoría de las cosas que Wenders quiso plasmar fueron cumplidas.

Mención aparte merece la música, obra del genial Ry Cooder, intimista, detallista, profunda, una obra casi perfecta, destacando el tema de la Canción Mixteca, sin duda uno de las mejores bandas sonoras de la década de los 80's.

Se puede decir que ver Paris/Texas es obligatorio para todo aquel que se presuma cinéfilo, no obstante, disfrutar esta cinta como simple espectador también resulta placentero, pues la historia en ningún momento desmerece y no cae en el grave error de los directores “artísticos”: Aburrir.

Este año se celebra el 25 aniversario de esta joya que para algunos, a la fecha, no ha sido superada por el director Alemán (o tal vez simplemente no ha querido hacerlo) para otros es simple cuestión de enfoque, para mi Paris/Texas es asunto del corazón y la fragilidad humana, por eso es única y atemporal.

viernes, 12 de junio de 2009

Milk

Los derechos de las personas cuyos ideales (religiosos, sexuales o sociales) sean, por decirlo de alguna manera, diferentes, es un tema bastante recurrido en el cine, sobre todo el que habla sobre la igualdad entre las personas y la falta de tolerancia por ciertos sectores de la sociedad.

Sin embargo hasta hace relativamente poco tiempo que el cine toma en serio el tema de los derechos civiles y la igualdad de géneros, esto gracias a autores comprometidos que tratan de plasmar en sus películas la lucha de las personas que solo quieren respeto hacia su condición o preferencias.

En el ámbito del cine político el tema es tratado desde hace tiempo, incluso se podría decir que prácticamente desde sus inicios el cine fue utilizado como plataforma por ciertas personas, pero es relativamente nueva la forma de abordar la problemática de un sistema político defectuosos que solo sirve a unos cuantos y pisotea los derechos de los marginados.

En un tercer recuadro tenemos el cine que habla de gente que realimente ha existido y cuya lucha por que su voz sea escuchada, aun cuando todo está en su contra, han servido para mejorar las condiciones de vida de la sociedad o denunciar la intolerancia, aún cuando esa lucha los ha llevado a la tumba.

Tal es el caso del político norteamericano Harvey Milk, nacido en Nueva York en 1930, Milk se mudó a mediados de los 60’s a la ciudad de San Francisco, lugar en el que, el creía, la tolerancia hacia su condición de homosexual le proporcionaría una mejor calidad y seguridad a su vida, pero una vez en esta ciudad Californiana se daría cuenta que también ahí existía un gran rechazo hacia las personas cuyas preferencias sexuales eran “diferentes”, cosa que marginaba a este sector de la sociedad.

Así, con un grupo de personas, Milk comenzaría una campaña a favor de los derechos de los homosexuales, misma que culminaría en su elección de como miembro de la Junta de Supervisores de San Francisco (algo así como la Junta de Cabildo Local) en 1977, convirtiéndose en la primer persona abiertamente Gay en tener un cargo de elección polar en Norteamérica.

Esta es la historia base que cuenta la película Milk: Un Hombre, Una Revolución, Una Esperanza, cinta que se puede inscribir dentro del Biopic, género de cintas que no son solo simples biografías, sino además un homenaje a sus ideales, valores y sacrificios.

Dirigida por el veterano (y abiertamente homosexual) Gus Van Sant, Milk es un retrato fiel de la lucha por la igualdad de derechos que llevaron a este singular personaje a alzar la voz y a convertirse, sin buscarlo, en todo un icono de un movimiento que continúa hasta nuestros días.

La cinta es un retrato detallado de una época y la vida íntima de este hombre y los sacrificios personales que tuvo que realizar para lograr que sus ideales fueran tomados en cuenta por los políticos y la sociedad, así como sus miedos, pérdidas, alegrías y triunfos.

También es una fotografía muy digna acerca de la homosexualidad y la, a veces terrible, condición en la que estas personas tienen que vivir por el rechazo del que son víctimas, ya sea por familiares, gente cercana o la sociedad en general, y que era la principal razón por la que Milk luchaba: mejorar la condición de vida de los gays, aunque no era lo único, Milk también alzó la voz por las personas de la tercera edad y las personas con capacidades diferentes lo que le confirió el nombramiento de verdadero héroe de los derechos humanos en los Estados Unidos.

Sin embargo lo mejor de la cinta de Van Sant no es el tema tratado, o el guión que raya la perfección, sino la interpretación digna y elocuente, brillante y diáfana que realiza Sean Penn de este personaje tan complicado que realmente existió y sigue siendo la imagen de un movimiento que hoy en día sigue rindiéndole tributo como mártir, no por nada Penn se hizo digno merecedor del premio de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Hollywood, mismo que se le entregó por su arriesgada propuesta interpretativa.

Por su parte, el director se aleja totalmente de darle a el personaje cualquier rasgo de mártir o santo, aquí Milk toma la forma de humano, complejo eso si, pero humano al fin y al cabo, con defectos y virtudes, un hombre que llora, ríe, tiene amigos y amores, un personaje que en manos de cualquier director hubiera resultado, a lo menos, caricaturizado, pero en manos de Van Sant y, desde luego, Sean Penn se vuelve todo un compromiso moral y ético que le confiere al personaje un rendimiento de empatía hacia la audiencia, misma que encuentra en Milk un amigo o un hermano.

Penn es perfecto como Milk y Van Sant es perfecto como director de realidades, recordemos la desgarradora Drugstore Cowboys (1989) o la inquietante Elefante (2003), lo que le confiere a Milk un carácter más profundo, que va más allá de las imágenes que vemos, que trastoca fibras sensibles y nos da una lección de valores y moralidad.

La cinta es acerca de muchas cosas que el espectador irá descubriendo conforme se adentre en la vida de este singular personaje y está especialmente recomendada para los jóvenes, no por su temática homosexual, sino por el claro ejemplo de tolerancia y humanidad que la cinta conlleva, su mayor virtud, por ende, está completamente fuera de lo puramente cinematográfico, no es cine de simple denuncia, es acerca de la gente que ha luchado e incluso ha dado su vida por lograr derechos básicos que ahora gozamos como sociedad.

Cinematográficamente es una cinta sencilla, sin muchos recursos técnicos, pero logra su cometido: transmitirnos un mensaje claro y conciso, si no fuera por personas como Harvey Milk cosas como la libertad de expresión, clero y preferencias sexuales simplemente no existirían, viviríamos en un mundo en el que estos derechos seguirían siendo pisoteados diariamente, esa clase de mensajes son los que transforman una simple película en un claro ejemplo de las virtudes que el cine posee como medio de comunicación y generador de ideas, y Milk: Un Hombre, Una Revolución, Una Esperanza es una prueba de ello.

Star Trek XI

“El espacio, la última frontera…” así comenzaba, semana a semana, una de las series televisivas más populares de la historia, originalmente de tan solo 3 temporadas y 79 episodios, Viaje a las Estrellas (Star Trek) se convirtió en un fenómeno de culto que rebasaba con mucho el espectáculo televisivo.

Fue en el lejano 1966 en el que se transmitió la serie original y que, a pesar de su corta duración, generó, hasta la fecha 7 versiones televisivas del mismo concepto (incluyendo una serie animada en 1973) y, también hasta la fecha, 11 versiones cinematográficas, la primera en 1979 y la última aún en cartelera.

Y es que el fenómeno de Viaje a las Estrellas va mucho más allá, como ya mencionamos, de la televisión, todo lo que rodea a la serie está más enfrentado a la mediación del culto, es decir, es objeto de veneración por parte de un público que, a pesar de los años, le es fiel al concepto de este grupo de personas que viajan a través del espacio buscando nuevas formas de vida intergalácticas a bordo del USS Enterprise.

La serie original tenía varias innovaciones que en su época resultaron toda una revolución para un simple concepto televisivo, para empezar era un programa de ciencia ficción que debía mas a la filosofía y la lógica que a los simples efectos especiales, su elenco estaba constituido por un grupo multicultural en el que había gente de color, asiáticos y rusos (en esa época, estos últimos eran repudiados por la mayoría de los norteamericanos), trataba temas “escabrosos” para su tiempo como el mensaje antibélico y de tolerancia racial y cultural) además tenía un concepto visual deslumbrante y al mismo tiempo austero, muy de su época y adelantado a la vez.

Por eso, cuando el director JJ Abrams anunció en 2007 que sería el encargado de la nueva versión cinematográfica de la serie original los comentarios, algunos a favor otros en contra, no se hicieron esperar, sobre todo los vertidos desde la comunidad Trekkie (los fans del concepto Star Trek) quienes simplemente esperaban que el tratamiento del director de Misión Imposible III y creador de series de culto como Alias y Lost fuera apegado a los ideales del Star Trek original.

Y ese fue el primer problema al que se Abrams se enfrentó, pues la horda de seguidores de la serie defienden este concepto a capa y espada como si de una religión se tratase, que los Trekkies quedaran complacidos y al mismo tiempo hacer una película con suficientes elementos para convertirla en un éxito comercial fue el principal objetivo.

Lo interesante es que Abrams lo logra, pues con esta cinta reinventa totalmente el tema sin alejarse de sus raíces, aquí la historia es contada desde la óptica de un nuevo comienzo con las bases de lo ya conocido, así nos encontramos con los personajes originales pero tratados desde su juventud, aunado a los mejores efectos especiales del momento y a un guión que, sin ser perfecto, termina siendo la verdadera estrella del proyecto, Star Trek XI (como es conocida) resulta fascinante.

Y lo mejor de esta cinta es precisamente su guión, pues justifica plenamente la historia y no se inscribe como otra cinta del montón, todo lo que vemos está ahí por un motivo, cada escena, encuadre y movimiento tiene su por que y justificación y eso, créanme, es un gran logro cinematográfico, Abrams, el director, sabía perfectamente que sin un buen guión que cimentara perfectamente todo este trabajo simplemente no funcionaría.

Para lograr llevar este proyecto a buen puerto se rodeó de su equipo habitual de trabajo, comenzando por el guionista de origen Mexicano Roberto Orci, el Músico Michael Giacchino y el fotógrafo Daniel Mindel para contar la historia de Kirk, Spook y compañía y sus aventuras intergalácticas.

Hablando cinematográficamente, Star Trek XI es una cinta que rebasa con mucho la media de la producción fílmica de ciencia ficción actual, pues no basa su propuesta en el simple efecto especial, en la acción desmedida o en el espectáculo audio-visual, sino que, al igual que la serie original, se apoya sobre todo en la psique de los personajes, en lo que los mueve por dentro y lo que los hace ser lo que son.

Cada parte de la cinta está hecha, se nota, con mucho respeto y devoción, cada detalle esta cuidado y se nota por que costó 150 millones de dólares, pues no solo se ve y se oye muy bien, sino que es coherente e impredecible.

Esto se agradece, ya que por lo general este tipo de cintas están hechas para no hacer otra cosa que recaudar dinero, Abrams sin embargo no toma el camino fácil, como ya dijimos el director se apoya totalmente en un guión ingenioso que, guardando las debidas proporciones, tiene mas que ver con cosas filosóficas y de realidades alternas, con referencias mas que evidentes a ideales religiosos (algo parecido a lo que hace 10 años vimos en The Matrix, por ejemplo) y que sirven para generar un interés más amplio hacia lo que vemos en pantalla, dándonos un espectro más amplio que lo meramente visual.

Por otra parte la cinta se disfruta perfectamente aún si a uno no le interesan precisamente esas ideas, pues resulta una perfecta pieza de ciencia ficción y aventura que mantiene al espectador en todo momento gracias a su trepidante ritmo, en fin, un espectáculo cinematográfico de primera calidad que no desmerece en ningún momento ante las producciones más importantes del momento.

Con el estreno de Star Trek XI se abre oficialmente la temporada de verano 2009 en la que la propuesta cinematográfica viene cargada con cintas que prometen, al menos, entretenernos, sin embargo no todas lograrán el nivel de calidad (técnico y artístico) que la película de JJ Abrams nos brinda, en otras palabras, Star Trek XI pone muy alto el listón, y eso no es cualquier cosa, esto se evidencia en el éxito que ha tenido la cinta donde se ha estrenado, éxito que le ha abierto las puertas a una secuela, ya confirmada, para el 2011.

Cuando se habla de secuelas es muy difícil ser completamente imparcial y no comparar estas segundas partes con las primeras, y es que rara vez una primera parte es superada por la que le sigue, haciendo esto mas que real la frase “nunca segundas partes fueron buenas”

Pero ha habido excepciones, que en realidad son pocas, como el caso de El Padrino 2 (1974), la única secuela que ha ganado el Oscar a mejor película o El Imperio Contraataca (1980), evidentemente mucho mejor que su primera parte La Guerra de las Galaxias (1977)

Algo así sucede con Ángeles y Demonios, precuela literaria de la famosísima Código DaVinci, pero secuela de la adaptación cinematográfica del 2006 de la novela de Dan Brown, para no hacernos bolas, mientras Ángeles y Demonios se escribió antes del Código DaVinci, en el cine es la segunda novela de su autor llevada a la pantalla grande, lo que la convierte en una precuela-secuela bastante interesante.

La cinta fue realizada por el mismo equipo técnico que colaboró en el Código DaVinci y su protagonista principal, Tom Hanks, repite como Robert Langdon, Encriptólogo y Simbologísta que, por obra y gracia del destino, siempre se enreda en conspiraciones y peligros de los que sale airoso gracias a su mente prodigiosa y un poco de suerte.

Ya viendo la cinta en la pantalla la cuestión es: ¿Ángeles y Demonios es mejor película que El Código DaVinci?, la respuesta es sencilla: Si, por mucho, aunque le falta mucho para ser una película perfecta, cumple con su cometido, el mismo en el que El Código DaVinci irremediablemente fallaba; entretener.

Pese a su irreverencia ante temas espinosos que ponían a la Iglesia Católica muy mal parada, el principal “pecado” del Código DaVinci era el ser demasiado teatral, con muchos diálogos de sobra y poca acción, situaciones que la volvía una cinta un tanto lenta y aburrida.

En esta ocasión el director Ron Howard, responsable de ambas cintas, decidió ponerse las pilas y entregarnos una cinta más amena, trepidante y con mucho ritmo, lo que no ha de haber sido difícil pues la novela en la que se basa tiene precisamente esos elementos.

En esta ocasión la historia nos sitúa en Roma y en el interior del Vaticano, ciudades ambivalentes en el que se mezclan el pasado y lo moderno, justo después de la muerte del Santo Papa y poco antes de que sea electo el nuevo Pontífice, en este lugar y en este momento un grupo que se hace llamar los illuminati (enemigos acérrimos de la Iglesia Católica desde hace siglos) deciden secuestrar a los 4 cardenales favoritos para ocupar la Sede Papal al tiempo que plantan una bomba (de Antimateria) en algún lugar del Vaticano.

Aquí es cuando entra en escena Langdon que, como experto en códigos y símbolos, debe ayudar a las investigaciones antes de que estos Cardenales pierdan la vida y el Vaticano explote en mil pedazos.

En realidad no se puede decir mucho de la historia pues lo curioso de la cinta es que cada una de las acciones realizadas por los personajes es de vital importancia para ir descubriendo los secretos y las intrigas que rodean a estos actos criminales, hasta llegar explosivo final en el que el espectador realmente es sorprendido con un ingenioso giro de tuercas.

En Ángeles y Demonios la palabra clave es: Trepidante, pues al ser una historia en la que todo sucede a contra reloj la cosa se pone difícil para el protagonista que en cada esquina descubre secretos y peligros de los que tiene que salir usando solo su inteligencia.

Pero la diferencia entre Ángeles y Demonios y el Código DaVinci es mas de fondo que de forma, pues mientras en el Código utiliza ciertos lineamientos en los que se trataba de descubrir la verdad sobre la Iglesia Católica y su guerra con los que durante siglos han querido sacar a la luz el hecho de que el Cristianismo está fundado sobre un sinnúmero de mentiras, en Ángeles y Demonios la Iglesia recibe un tratamiento más digno sobre sus cimientos y sus líderes.

En esta historia Dan Brown, autor literario, se interesa mas sobre la parte humana del Catolicismo, una de las religiones mas populares del planeta, al tiempo que nos habla sobre sus leyes internas y, mas fascinante aun, detalla de manera fidedigna algunas de los ritos milenarios que se llevan a cabo luego de la muerte del Pontífice, los tejemanejes dentro de la elección del nuevo Papa y nos muestra el interior del Vaticano, una de las ciudades más ricas en cultura e historia del mundo.

Todo esto es aprovechado por Ron Howard que llena su cinta con la belleza de una ciudad tan vibrante como Roma, la parte “oculta” del Vaticano, la pomposidad de los ritos mencionados y contrastándolo todo con el horror de los asesinatos cometidos en pos de destruir a la Iglesia y la investigación para detener la bomba.

Otra de las cosas sobresalientes de Ángeles y Demonios es su elenco, a diferencia de El Código DaVinci en donde algunos de los personajes parecían más una caricatura (como el caso del villano Silas, que daba mas risa que miedo) en Ángeles y Demonios tenemos la presencia de grandes actuaciones sin ser precisamente rostros muy conocidos, sobresaliendo Edwan McGregor, actor de origen escocés que delinea finamente al padre Camerlengo, brazo derecho del Pontífice fallecido y que durante la trama es la máxima autoridad en el Vaticano.

Al final Ángeles y Demonios resulta una cinta entretenida y mucho mejor, cinematográficamente hablando, que el Código DaVinci (eso queda claro) pero también es una cinta vibrante que pese a su duración (2 horas 20 minutos) nos mantiene al borde del asiento gracias a una soberbia ejecución de tiempo y ritmo, una de las cintas más interesantes de la temporada y que puede verse con la completa seguridad de que la Iglesia Católica, esta vez, si es tratada dignamente, que sus funciones van mas allá de una simple institución y que, en tiempos tan difíciles como los actuales, sirve de aliento a millones de personas en el orbe.

La Mirada De Serigio Leone

La escena se abre mostrando un paisaje agreste y desértico, el sonido del viento y un coyote lejano es lo único que se escucha, de pronto la pantalla es invadida por un rostro lleno de arrugas y cicatrices, y su barba de varios días indica que no ha dormido muy bien.

Esa es la esencia de una de las miradas cinematográficas más importantes de la segunda mitad del siglo XX, nos referimos a la de Sergio Leone.

Nacido a la par con la industria del cine italiano, Leone, se formó a través de este con el elemento más importante que un cineasta de gran calibre debe tener: Trabajo duro, pues realizó desde niño (gracias a su padre, que se dedicaba también al cine) todos y cada unos de los puestos que existían en la industria cinematográfica Italiana de su época.

Trabajó a las órdenes de grandes cineastas como Vittorio De Sica que en 1948 filma Ladrón de Bicicletas, cinta emblemática del movimiento neorrealista Italiano. Luego de Leone vivó el boom del cine Italiano gracias a la invasión por parte de Hollywood para rodar en sus tierras, así, participó en la realización de cintas como Quo Vadis (1951) o Ben-Hur (1959) (incluso se dice que la famosa escena de la carrera de cuadrigas fue realizada por el director Romano) donde aprendió la técnica Norteamericana.

En 1960 dirige su primer película (oficialmente) se trataba de El Coloso de Rodas que no fue muy bien recibida por la crítica de su época, no obstante su peculiar visión lo llevan a enfocar todos sus esfuerzos en la realización de Por Un Puñado De Dólares adaptación de Jojimbo del japonés Akira Kurosawa.

Lejos de la rimbombancia del cine Hollywoodense, pero sin dejar de ser receloso con su trabajo, Leone tomó fuerza gracias a esa admirable visión combatiente que supo explotar al máximo, su estilo, agudo y cínico, le abrió las puertas de una industria que luego lo traicionaría.

No invento el Spaghetti-Western pero si le dio algo que muy pocos cineastas logran en sus carrera con algún género: Personalidad, y eso es poco decir, pues este geniecillo Italiano logró, con solo 3 películas, el respeto y la admiración de un público que ya por esas fechas pedían cosas nuevas y frescas.

Ya desde la mencionado Por Un Puñado De Dólares, Leone sembraba las reglas del juego: grandes paisajes desérticos que contrastaban con enormes acercamientos a las caras curtidas de sus personajes, una edición vertiginosa, diálogos consistentes, el alargamiento casi desmedido del suspenso para dar un estallido rápido y viceral a la violencia (mientras que otros cineastas de la época como Sam Peckimpah exhibían la violencia en cámara lenta Leone hacia todo lo contrario) y la peculiar música de Morricone fueron solo algunos de los elementos de su peculiar estilo, mil veces imitado pero muy pocas superado.

Leone tomó al mundo por sorpresa con una cinta vertiginosa que, no obstante sus defectos, sigue siendo considerada una verdadera proeza, a su lado conformó un equipo que lo seguiría para el resto de su carrera: el músico Ennio Morricone, el productor Alberto Grimaldi y la dupla Eugenio Alabasio y Giorgio Serraloga en la edición.

Todos ellos contribuyeron a llevar a la pantalla la visión de un realizador de la altura de Leone el cual confió el papel principal a Clint Eastwood, quien resultó uno de los más beneficiados con su trabajo al lado del director italiano, Eastwood ya estaba cansado de los papeles sin sustancia que Hollywood le ofrecía y no dudó en aceptar el ofrecimiento de Leone, de ahí en adelante esta dupla llevarían a la pantalla tres obras magistrales e impredecibles del Western: Por un Puñado de Dólares (1964), Por unos Dólares Más (1965) y El Bueno el Malo y el Feo (1966), las tres con gran éxito tanto de crítica como de taquilla.

En 1967 Leone ya tenía listo el guión de su siguiente obra Érase Una Vez en América la cual trataría una de sus obsesiones: La historia de la mafia en América, pero no obstante su éxito, no encontró el financiamiento adecuado, por fin la Paramount le ofreció un trato, Leone debía filmar una cinta mas del género de vaqueros y esta casa productora le bonificaría el dinero para su proyecto de gangsters.

Leone se enfrascó entonces a Érase Una Vez en el Oeste, la cinta tenía un elenco de primera, iniciando con Claudia Cardinale (la primera y única vez en la que Leone le dio un papel principal a una mujer) Charles Bronson, Henry Fonda y Jason Robards.

Estrenada en 1968, la cinta supuso una mirada retrospectiva y aguda sobre el Western, en ella Leone sembró, como en ninguna otra película realizada por el, todos sus conocimientos sobre el género, creando así una de las primeras películas Homenaje a algún género, pero la realización de esta cinta resultó todo un suplicio para el director que, agotado, no pudo hacer nada para evitar que su obra fuera mutilada en la sala de edición por la casa productora.

El cineasta se sintió traicionado y rechazó cualquier otro tipo de participación con Paramount, incluso a sabiendas que su sueño de realizar Érase Una Vez en América sería aun mas difícil, y lo fue, pues tendrían que pasar 16 años para llevar a la pantalla su visión del mundo de la mafia, misma que también resultó menospreciada por la gente de su época.

Leone murió prematuramente el 30 de abril de 1989, tenía 60 años y cerca de 50 de dedicarse al cine, su partida (como suele suceder con los genios incomprendidos) no hizo mas que elevarlo al olimpo de los genios cinematográficos gracias a los jóvenes amantes del cine (me cuento entre ellos) que han ido descubriendo su obra, muchas veces menospreciada, y que hoy es objeto de veneración y respeto.

Sus cualidades están ligadas a la parte sentimental del cine, esa que deja huellas imborrables en la memoria de quienes las aprecian, son imágenes, sonidos, diálogos y secuencias que imperan en los sentimientos del cinéfilo recalcitrante, como el propio Sergio Leone, que un día descubre que la vida es mas que cine, pero sin cine la vida no seria la misma.

Slumdog Millonaire

El cine es uno de los entretenimientos más importantes del planeta, eso nadie lo refuta, es un espectáculo que anualmente atrae a cientos de millones de personas alrededor del mundo a las salas cinematográficas para vivir experiencias adrenalínicas y emocionantes.

Pero lo más importante del cine, y al fin de cuentas para lo que fue creado, es el observar a través de imágenes y sonidos otros lugares que serían muy difíciles conocer en la vida real, curiosamente una de las cinematografías mas vastas del planeta no es la Hollywoodense, sino la Indú, en la India, concretamente en el famoso Blooywood ubicado en el corazón de Bombay, se realizan incontable número de películas al año.

Aunque no es parte de la cinematografía Indú, Quisiera Ser Millonario (título dado en México a Slumdog Millonaire y que, como es costumbre, en su traducción se pierde el significado, pues Slumdog Millonaire se puede traducir como el Perro Callejero Millonario) el director Danny Boyle (artífice de cintas como Trainspotting o Exterminio) nos invita a hacer un viaje al corazón de la India, uno de los países mas densamente poblados, bullicioso y de gran riqueza cultural del orbe.

En este gran país (y a gran nos referimos a lleno de gente y con una cultura ancestral que ha sobrevivido durante siglos) vive Jamal Malik, un joven de 18 años cuyo pasado puede ser considerado al menos turbulento, huérfano, arrebatado de su hogar y del amor de su vida, Jamal está a punto de ganar 20 millones de Rupias (poco menos de medio millón de dólares) en el concurso televisivo ¿Quieres Ser Millonario?

Jamal, quien en principio ni siquiera debería estar ahí, comienza a responder correctamente todas las preguntas que se le van haciendo y es que, como explica a las personas que tratan de sacarle a fuerzas la “verdad” acerca de su tan acertada “suerte”, cada pregunta que se le hace está curiosamente ligada a algún suceso bueno o malo de su pasado, en otras palabras: cosa del destino.

Esa es la premisa general de esta cinta que en manos de otro tipo de director posiblemente hubiese resultado ser solo una cintas mas acerca de la buena fortuna con final feliz incluido, pero Boyle no es un director cualquiera, este cineasta nacido en Manchester, Inglaterra comenzó su carrera dirigiendo series de televisión para encontrar el éxito vía Trainpotting en 1996, cinta que se volvió de culto casi al mismo tiempo que su estreno.

Slumdog Millonaire fue realizada completamente en la India, concretamente en los barrios bajos de la ciudad de Bombay, con 20 millones de habitantes esta ciudad ofrece uno de los espectáculos audiovisuales más impactantes que uno puede ver en cartelera hoy en día y sin necesidad de efectos especiales o digitales, la cinta es un viaje al interior de una cultura milenaria que a los ojos extranjeros podría parecer incluso extravagante, pero el gran mérito de Boyle como realizador es el transportar una historia de gran humanidad y a la vez sobre el poder de la suerte, el amor, la amistad, la tragedia y la hermandad, se trata de un viaje a la India, pero bien podrí tratarse de cualquier país tercermundista, México incluido.

El ojo crítico del director se mete hasta el fondo de esta forma de vida que algunos han tachado de exagerada y han acusado a la película de denigrante por el simple hecho de retratar la pobreza real de un país que siempre ha sido estereotipado, como si en realidad la pobreza no existiera ahí, cosa que, en nuestro particular punto de vista, sucede en todas partes, ¿Cuántos países aceptan que la pobreza es parte de su propia existencia?, negarlo es como esconder el polvo debajo de la alfombra y al ser expuesta, como en el caso de Slumdog Millonaire, puede ofender a algunas personas.

No obstante todo esto, Quisiera Ser Millonario es una cinta cuyo mensaje va más allá de la denuncia o la crítica, es una cinta acerca del destino y el papel que cada uno juega en la vida de los otros, es sobre la soledad, la felicidad, la inocencia y la pérdida de ella, es sobre lo que dejamos ir por amor y lo que ganamos por perder, es filosófica y a la vez tan veraz que es difícil describir, porque trata sobre temas universales que atañen de manera directa al ser humano, con todos sus defectos y virtudes, increíblemente no es moralina ni cursi, al contrario es directa y contiene escenas fuertes que remarcan su condición de no ser una cinta cualquiera, vuela sobre la media de las cintas que de alguna manera tocan el tema convirtiéndola en una cinta cuyo valor va mas allá del cinematográfico.

Boyle se rodeó de un equipo técnico multicultural para rodar esta cinta, le dio todos los papeles a gente desconocida fuera de la India y rodó en algunas de las calles mas peligrosas de Bombay, todo esto para contar esta historia en la que la vida misma se refleja en un programa de televisión de gran popularidad pero que, como todo lo que rodea al personaje, es corrupto y no acepta que un “Perro Callejero” gane el premio mayor, pero al final lo único que Jamal busca es amar y ser amado, como cualquier ser humano, eso nos refleja con este chico cuyo único pecado es ser pobre.

Cinematográficamente Slumdog Millonaire es un verdadero prodigio, para contar de manera complicada una historia mas bien sencilla el equipo detrás de este logro se perdió, literalmente, durante meses en una ciudad caótica y demoledora, gigante, sucia y asfixiante, llena de gente, llena de carros y vacas, pero también una ciudad viva, llena de colores, luz, movimiento, incluso olores que provocan en el espectador sensaciones encontradas, y eso es algo que pocas películas pueden lograr.

No es una película sencilla, contiene escenas que ponen la carne de gallina, cuenta una historia que podría considerarse un viaje al mismo purgatorio, pues todo lo que pasa el personaje tiene connotaciones de tragedia en cada fotograma, pero si le damos una oportunidad seguramente este “Perrito Callejero” nos dejará con un buen sabor de boca y la certeza de que lo último que muere es la esperanza.

lunes, 20 de abril de 2009

The Wrestler: El Luchador

No es un secreto que Hollywood ama los regresos, sobre todo cuando estos son triunfales, un claro ejemplo de esto fue el retorno glorioso de John Travolta después de mas de una década de estar sumido en el mas grade de los olvidos y que regresó con todo gracias a Tarantino y su Pulp Fiction en 1994 o el reciente caso de Robert Downey Jr y su meteoro ascenso al olimpo de las superestrellas.
Pero sin lugar a dudas uno de los mas grandes regresos de la historia de la industria cinematográfica norteamericana reciente ha sido el de Mickey Rourke gracias a su impresionante actuación en El Luchador de Darren Aronofsky (Requiem Por Un Sueño).
Rourke un actor que a mediados de los 80's fue comparado con Marlon Brando y James Dean, pero dado su carácter problemático y explosivo cayó en las profundidades del olvido y la indiferencia de la industria que una vez lo alabó, y es que cuando Hollywood castiga lo hace con mano dura, pero de la misma manera sabe perdonar y olvidar para darle su lugar a los redimidos que, como Rourke, retornan llenos de gloria y con la frente en alto.
En El Luchador (The Wrestler) el actor nacido en Schenectady, Nueva York en 1956 interpreta a Randy “The Ram” Robinson un olvidado y maltratado ex estrella de la lucha libre que vive de sus recuerdos rotos dando funciones en escenarios de ligas menores y manteniéndose económicamente con un trabajo de supermercado, sueldo que no le alcanza ni para pagar la renta.
En ese punto de su vida, a veinte años de sus viejas glorias, es en el que Randy busca la redención, en un mundo infame que, como la vida real, le negará la segunda oportunidad, y es que el peso de sus errores lo perseguirá a todos lados, excepto sobre el cuadrilátero lugar en el que este hombre encuentra la plenitud existencial.
Filmada con cámara en mano, la vida de este personaje se asoma a las pantallas de manera cruda, sanguinaria, casi como un vía crucis hacia el fondo del agujero mas profundo de la vida, lo que le confiere al espectador un profundo apego emocional a este luchador, de tal forma que ver esta película se convierte en una verdadera pelea de lucha libre a dos de tres caídas y sin limite de tiempo pero en la que, el que se anime a enfrentarla, encontrará un mensaje emocional casi olvidado: La vida, aunque a veces brutal, es grandiosa.
Fuera de toda analogía, El Luchador es una cinta sobre la vergüenza, la soledad y la crueldad de existencia, sobre el pago de nuestras fallas y la perdida de lo material, pero también sobre la honestidad, el honor y ante todo el amor a uno mismo, sea cual sea la situación en la cual se esté.
La cinta en si es de una sencillez redundante, casi elemental, pero llena de mecanismos atípicos dentro de este tipo de producciones, aquí no hay momentos reflexivos ni cursis, aquí las lagrimas duelen como ácido y se nota la dedicación que tanto su equipo técnico como interpretativo tuvieron al momento de llevarla a la pantalla.
El Luchador es una cinta que duele (jamás volverás a ver las navajas de afeitar como hasta ahora luego de verla) e incluye algunas de las escenas mas salvajes y sangrientas de los últimos años (tenedores en la cara, grapas en el pecho, entre otras delicias forman parte del encuadre) pero superado esto seremos testigos de la forma tan respetuosa y digna con la que se muestra este submundo al cual somos invitados de manera cordial, como abrazos y muestras de afecto sinceros entre los luchadores antes y después de cada enfrentamiento y guerreros del pancracio que se ganan su sueldo de manera honrada y sin una queja de por medio.
Aquí la cosa no es tan sencilla, se necesita tener cierta maduración emocional para entenderla del todo y no mirarla como una simple película de Luchas que aparentemente es, pues cada fotograma, cada movimiento de cámara, cada gesto y situación de sus personajes tiene una resonancia aún mas grande de la que, incluso, ellos mismos pueden comprender.
Rourke como Randy es perfecto, Porque Randy es un personaje en el que el propio Rourke se refleja, y se nota a la hora de abordarlo con total honestidad y respeto, es un ser desgarrado y lleno de cicatrices (nuevas y viejas) por dentro y por fuera que aun en las circunstancias mas adversas jamás perderá la sonrisa ni la dignidad, es una lucha interna que se manifiesta en un rostro lleno de heridas de guerra, esas que por lo general nos negamos a mirar cuando nos las topamos en la calle en esos desconocidos que deambulan por el mundo, Rourke le confiere a este personaje todo y por eso es recompensado con la admiración de una industria que hace casi veinte años, como al personaje de la cinta, le dio la espalda.
Para finalizar diremos que El Luchador no es la mejor cinta deportiva de la historia, ni siquiera es una película deportiva, no es Rocky ganando ante toda adversidad, es simplemente una de las mejores cintas del año y merece estar, desde ya, dentro de la lista de los raros casos de los clásicos instantáneos.