No es un secreto que Hollywood ama los regresos, sobre todo cuando estos son triunfales, un claro ejemplo de esto fue el retorno glorioso de John Travolta después de mas de una década de estar sumido en el mas grade de los olvidos y que regresó con todo gracias a Tarantino y su Pulp Fiction en 1994 o el reciente caso de Robert Downey Jr y su meteoro ascenso al olimpo de las superestrellas.
Pero sin lugar a dudas uno de los mas grandes regresos de la historia de la industria cinematográfica norteamericana reciente ha sido el de Mickey Rourke gracias a su impresionante actuación en El Luchador de Darren Aronofsky (Requiem Por Un Sueño).
Rourke un actor que a mediados de los 80's fue comparado con Marlon Brando y James Dean, pero dado su carácter problemático y explosivo cayó en las profundidades del olvido y la indiferencia de la industria que una vez lo alabó, y es que cuando Hollywood castiga lo hace con mano dura, pero de la misma manera sabe perdonar y olvidar para darle su lugar a los redimidos que, como Rourke, retornan llenos de gloria y con la frente en alto.
En El Luchador (The Wrestler) el actor nacido en Schenectady, Nueva York en 1956 interpreta a Randy “The Ram” Robinson un olvidado y maltratado ex estrella de la lucha libre que vive de sus recuerdos rotos dando funciones en escenarios de ligas menores y manteniéndose económicamente con un trabajo de supermercado, sueldo que no le alcanza ni para pagar la renta.
En ese punto de su vida, a veinte años de sus viejas glorias, es en el que Randy busca la redención, en un mundo infame que, como la vida real, le negará la segunda oportunidad, y es que el peso de sus errores lo perseguirá a todos lados, excepto sobre el cuadrilátero lugar en el que este hombre encuentra la plenitud existencial.
Filmada con cámara en mano, la vida de este personaje se asoma a las pantallas de manera cruda, sanguinaria, casi como un vía crucis hacia el fondo del agujero mas profundo de la vida, lo que le confiere al espectador un profundo apego emocional a este luchador, de tal forma que ver esta película se convierte en una verdadera pelea de lucha libre a dos de tres caídas y sin limite de tiempo pero en la que, el que se anime a enfrentarla, encontrará un mensaje emocional casi olvidado: La vida, aunque a veces brutal, es grandiosa.
Fuera de toda analogía, El Luchador es una cinta sobre la vergüenza, la soledad y la crueldad de existencia, sobre el pago de nuestras fallas y la perdida de lo material, pero también sobre la honestidad, el honor y ante todo el amor a uno mismo, sea cual sea la situación en la cual se esté.
La cinta en si es de una sencillez redundante, casi elemental, pero llena de mecanismos atípicos dentro de este tipo de producciones, aquí no hay momentos reflexivos ni cursis, aquí las lagrimas duelen como ácido y se nota la dedicación que tanto su equipo técnico como interpretativo tuvieron al momento de llevarla a la pantalla.
El Luchador es una cinta que duele (jamás volverás a ver las navajas de afeitar como hasta ahora luego de verla) e incluye algunas de las escenas mas salvajes y sangrientas de los últimos años (tenedores en la cara, grapas en el pecho, entre otras delicias forman parte del encuadre) pero superado esto seremos testigos de la forma tan respetuosa y digna con la que se muestra este submundo al cual somos invitados de manera cordial, como abrazos y muestras de afecto sinceros entre los luchadores antes y después de cada enfrentamiento y guerreros del pancracio que se ganan su sueldo de manera honrada y sin una queja de por medio.
Aquí la cosa no es tan sencilla, se necesita tener cierta maduración emocional para entenderla del todo y no mirarla como una simple película de Luchas que aparentemente es, pues cada fotograma, cada movimiento de cámara, cada gesto y situación de sus personajes tiene una resonancia aún mas grande de la que, incluso, ellos mismos pueden comprender.
Rourke como Randy es perfecto, Porque Randy es un personaje en el que el propio Rourke se refleja, y se nota a la hora de abordarlo con total honestidad y respeto, es un ser desgarrado y lleno de cicatrices (nuevas y viejas) por dentro y por fuera que aun en las circunstancias mas adversas jamás perderá la sonrisa ni la dignidad, es una lucha interna que se manifiesta en un rostro lleno de heridas de guerra, esas que por lo general nos negamos a mirar cuando nos las topamos en la calle en esos desconocidos que deambulan por el mundo, Rourke le confiere a este personaje todo y por eso es recompensado con la admiración de una industria que hace casi veinte años, como al personaje de la cinta, le dio la espalda.
Para finalizar diremos que El Luchador no es la mejor cinta deportiva de la historia, ni siquiera es una película deportiva, no es Rocky ganando ante toda adversidad, es simplemente una de las mejores cintas del año y merece estar, desde ya, dentro de la lista de los raros casos de los clásicos instantáneos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario