“El espacio, la última frontera…” así comenzaba, semana a semana, una de las series televisivas más populares de la historia, originalmente de tan solo 3 temporadas y 79 episodios, Viaje a las Estrellas (Star Trek) se convirtió en un fenómeno de culto que rebasaba con mucho el espectáculo televisivo.
Fue en el lejano 1966 en el que se transmitió la serie original y que, a pesar de su corta duración, generó, hasta la fecha 7 versiones televisivas del mismo concepto (incluyendo una serie animada en 1973) y, también hasta la fecha, 11 versiones cinematográficas, la primera en 1979 y la última aún en cartelera.
Y es que el fenómeno de Viaje a las Estrellas va mucho más allá, como ya mencionamos, de la televisión, todo lo que rodea a la serie está más enfrentado a la mediación del culto, es decir, es objeto de veneración por parte de un público que, a pesar de los años, le es fiel al concepto de este grupo de personas que viajan a través del espacio buscando nuevas formas de vida intergalácticas a bordo del USS Enterprise.
La serie original tenía varias innovaciones que en su época resultaron toda una revolución para un simple concepto televisivo, para empezar era un programa de ciencia ficción que debía mas a la filosofía y la lógica que a los simples efectos especiales, su elenco estaba constituido por un grupo multicultural en el que había gente de color, asiáticos y rusos (en esa época, estos últimos eran repudiados por la mayoría de los norteamericanos), trataba temas “escabrosos” para su tiempo como el mensaje antibélico y de tolerancia racial y cultural) además tenía un concepto visual deslumbrante y al mismo tiempo austero, muy de su época y adelantado a la vez.
Por eso, cuando el director JJ Abrams anunció en 2007 que sería el encargado de la nueva versión cinematográfica de la serie original los comentarios, algunos a favor otros en contra, no se hicieron esperar, sobre todo los vertidos desde la comunidad Trekkie (los fans del concepto Star Trek) quienes simplemente esperaban que el tratamiento del director de Misión Imposible III y creador de series de culto como Alias y Lost fuera apegado a los ideales del Star Trek original.
Y ese fue el primer problema al que se Abrams se enfrentó, pues la horda de seguidores de la serie defienden este concepto a capa y espada como si de una religión se tratase, que los Trekkies quedaran complacidos y al mismo tiempo hacer una película con suficientes elementos para convertirla en un éxito comercial fue el principal objetivo.
Lo interesante es que Abrams lo logra, pues con esta cinta reinventa totalmente el tema sin alejarse de sus raíces, aquí la historia es contada desde la óptica de un nuevo comienzo con las bases de lo ya conocido, así nos encontramos con los personajes originales pero tratados desde su juventud, aunado a los mejores efectos especiales del momento y a un guión que, sin ser perfecto, termina siendo la verdadera estrella del proyecto, Star Trek XI (como es conocida) resulta fascinante.
Y lo mejor de esta cinta es precisamente su guión, pues justifica plenamente la historia y no se inscribe como otra cinta del montón, todo lo que vemos está ahí por un motivo, cada escena, encuadre y movimiento tiene su por que y justificación y eso, créanme, es un gran logro cinematográfico, Abrams, el director, sabía perfectamente que sin un buen guión que cimentara perfectamente todo este trabajo simplemente no funcionaría.
Para lograr llevar este proyecto a buen puerto se rodeó de su equipo habitual de trabajo, comenzando por el guionista de origen Mexicano Roberto Orci, el Músico Michael Giacchino y el fotógrafo Daniel Mindel para contar la historia de Kirk, Spook y compañía y sus aventuras intergalácticas.
Hablando cinematográficamente, Star Trek XI es una cinta que rebasa con mucho la media de la producción fílmica de ciencia ficción actual, pues no basa su propuesta en el simple efecto especial, en la acción desmedida o en el espectáculo audio-visual, sino que, al igual que la serie original, se apoya sobre todo en la psique de los personajes, en lo que los mueve por dentro y lo que los hace ser lo que son.
Cada parte de la cinta está hecha, se nota, con mucho respeto y devoción, cada detalle esta cuidado y se nota por que costó 150 millones de dólares, pues no solo se ve y se oye muy bien, sino que es coherente e impredecible.
Esto se agradece, ya que por lo general este tipo de cintas están hechas para no hacer otra cosa que recaudar dinero, Abrams sin embargo no toma el camino fácil, como ya dijimos el director se apoya totalmente en un guión ingenioso que, guardando las debidas proporciones, tiene mas que ver con cosas filosóficas y de realidades alternas, con referencias mas que evidentes a ideales religiosos (algo parecido a lo que hace 10 años vimos en The Matrix, por ejemplo) y que sirven para generar un interés más amplio hacia lo que vemos en pantalla, dándonos un espectro más amplio que lo meramente visual.
Por otra parte la cinta se disfruta perfectamente aún si a uno no le interesan precisamente esas ideas, pues resulta una perfecta pieza de ciencia ficción y aventura que mantiene al espectador en todo momento gracias a su trepidante ritmo, en fin, un espectáculo cinematográfico de primera calidad que no desmerece en ningún momento ante las producciones más importantes del momento.
Con el estreno de Star Trek XI se abre oficialmente la temporada de verano 2009 en la que la propuesta cinematográfica viene cargada con cintas que prometen, al menos, entretenernos, sin embargo no todas lograrán el nivel de calidad (técnico y artístico) que la película de JJ Abrams nos brinda, en otras palabras, Star Trek XI pone muy alto el listón, y eso no es cualquier cosa, esto se evidencia en el éxito que ha tenido la cinta donde se ha estrenado, éxito que le ha abierto las puertas a una secuela, ya confirmada, para el 2011.
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