Hay algo en la figura de Ernesto “El Ché” Guevara que a mas de 40 años de su muerte sigue cautivando la imaginación de gente alrededor del mundo.
Tal ves fueran sus ideales, su forma de actuar ante lo que denominaba El Régimen o el simple hecho de ser el revolucionario por excelencia, el caso es que su vida ha cautivado durante generaciones, tanto que incluso sus detractores no pueden dejar de afirmar que, en efecto, El Ché fue, es y de segur seguirá siendo, un icono de la cultura popular cuyo paso por la historia fue crucial para entender muchos de los ideales que se siguen empleando actualmente por políticos, lideres sociales, estudiantes universitarios, jóvenes rebeldes y un largo etcétera.
Así el cine ha tratado este personaje de todas las maneras posibles, tanto su lado humano como su leyenda ha sido modelo de inspiración para cineastas y autores que a partir de su vida han realizado diversas aportaciones cinematográficas desde distintas ópticas en películas como Ché! (1968) de Richard Fleischer con Omar Sharif protagonizando al Argentino o la mas reciente Diarios De Motocicleta (2004) del brasileño Walter Salles y con el mexicano Gael García Bernal como un joven Ernesto Guevara.
De hecho en Ché: El Argentino el director norteamericano Steven Sodenbergh hace una disección muy oportuna sobre la figura humana de este personaje a partir de la exitosa cinta de Salles en el sentido estético e idealista, haciendo de esta una especie de continuación o secuela de la cinta del brasileño, y es la primera parte de una película de tintes épicos cuya duración original es de cuatro horas y media y que cuenta, de manera fragmentada pero en orden, la vida y obra del revolucionario, iniciando en 1955 año en el que conoce a Fidel Castro (un sorprendente Demián Bichir) en México. y terminando con su asesinato en Bolivia en 1967, hechos descritos en la segunda parte (el Ché: Guerrilla) entrelazando, al menos en la primera parte, dos actividades históricas de Ernesto, el discurso ante la ONU en 1964 y una entrevista realizada en Nueva York para la televisión norteamericana.
En El Argentino, Sodenbergh nos relata la incursión de la guerrilla cubana y los pormenores de Ernesto en la sierra maestra para lograr la liberación de la isla en manos de Fulgencio Batista, lucha con la cual el Ché no se sentía al principio identificado, dudando de la finalidad de sus actos el Ché le confiesa esta condición a Fidel y este, en un acto de hermandad y condescendencia, le asegura que el hecho de seguir los ideales del libertad y paz entre los cubanos lo convierten, instantáneamente, en uno de ellos.
De esta manera el Argentino comienza su transformación en el revolucionario, dando pié al mito en que se convertiría y mezclando sus triunfos y decepciones ante la lucha armada, interna y física, así la historia de este personaje, interpretado con valentía y ferocidad por Benicio Del Toro (quien ganó el premio a mejor actor en Cannes por esta interpretación) se compenetra de tal manera con el espectador que realmente vemos al Ché en persona, ese que fuera humano y leyenda al mismo tiempo.
En el terreno puramente fílmico, la idea provocada por el realizador a través de sus técnicas narrativas y cinematográficas son pieza clave para comprender la grandiosidad de este filme, que en manos equivocadas hubiera sido otro mas de los productos hechos en Hollywood planos y vacíos, pero que Sodenbergh transforma en algo sumamente impresionante, sobre todo tratándose de un tema escabroso para el público norteamericano que nunca ha visto con buenos ojos la actitud desfachatada y provocadora del personaje real, al cual consideran sólo un producto de marketing en gorras, playeras, tazas y demás productos.
Sodenbergh sin embargo se arma de valor y nos entrega una cinta dirigida a quien quiera echar un vistazo a la vida de este hombre excepcional, y lo hace sin tapujos, de manera contundente y alejada por completo de los convencionalismos de la industria, pues punto de gran impacto resulta la decisión del director de rodar en el idioma original de los protagonistas, yendo en contra de las decisiones de los altos ejecutivos cuya política es: si no es en inglés, no se va a poder vender.
Esta forma de pensar fue el principal motivo para que el director luchara durante años por este proyecto, pues el riesgo para realizarlo era alto pero a todas luces, siguiendo los ideales del Ché, Sodenbergh no se amedrento y realizó un proyecto realmente personal en pos de dar a conocer la figura humana, dando cabida a múltiples interpretaciones, porque de seguro habrá quien piense que esta es una cinta política, otros la verán como una biografía y otros tantos como un homenaje, y lo curioso es que todos están en lo correcto.
El propio realizador ha admitido que a el no le interesaba glorificar más la figura del Ché, su única intención era mostrarlo realmente como era, el lado humano que casi siempre es olvidado en este tipo de figuras, por eso la cinta funciona de manera provocativa y no solo como un simple entretenimiento cinematográfico, aunque en si la película resulta muy entretenida, lo realmente importante es el mensaje que el realizador nos entrega y que, como ya mencionamos, da para muchas lecturas.
Arriesgada, entretenida, cruda y vigorizante, El Ché: El Argentino no es una biografía, sino la disección de una de las personalidades más influyentes y atractivas del siglo XX y es un acercamiento fidedigno tanto para quienes ya conozcan la vida de Ernesto Guevara como para quienes crean que sólo es una fotografía en una playera y no tengan ni idea de quien fue en realidad.
Esta cinta sólo tiene un pequeño defecto y es que termina de manera abrupta y nos deja con las ganas de ver ya la segunda parte (El Ché: Guerrilla) a sabiendas de que tendremos que esperar no sabemos hasta cuando pues aún no tenemos fecha de estreno en México.
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